¿Por qué los niños necesitan construir refugios, casitas o cabañas?
Unas ramas en el parque, un par de mantas en el salón, cajas apiladas en el jardín… y de repente, surge un refugio. Para muchos niños, construir casitas es una actividad casi instintiva, un juego que parece sencillo pero está cargado de significado. En Coloniales, hemos observado que estas construcciones son una ventana abierta al desarrollo emocional, social y cognitivo de los niños.
Un espacio propio, un mundo por construir
Los refugios no son solo estructuras físicas; son territorios simbólicos. Construirlos permite a los niños explorar conceptos de independencia y territorialidad. Cada casita se convierte en un universo que refleja sus ideas, sus necesidades y su imaginación. Esta experiencia fomenta en ellos la capacidad de planificar y resolver problemas, además de otorgarles una profunda sensación de logro.
Un refugio emocional
El acto de construir también tiene un impacto emocional profundo. Estas casitas son a menudo un refugio en el sentido más literal: un lugar donde los niños pueden desconectarse del mundo exterior, procesar sus emociones y experimentar un sentido de seguridad y pertenencia. Este aspecto es clave en su desarrollo emocional, ayudándoles a fortalecer su autoconfianza.
Juego libre y conexión con la naturaleza
Cuando estas actividades se trasladan al aire libre, la experiencia se amplifica. Los niños trabajan con ramas, hojas o piedras, interactúan con el entorno y aprenden de los materiales que encuentran. Este tipo de construcción fomenta la creatividad y fortalece su vínculo con la naturaleza. En Coloniales, estos talleres al aire libre se han convertido en un pilar de nuestras actividades, promoviendo el respeto y la observación del entorno.
Los beneficios del juego simbólico
Construir una casita es también un juego simbólico por excelencia. Es una forma de «ensayar la vida». Los niños recrean escenas familiares, cuidan de sus muñecos o invitan a sus amigos al «hogar». Este tipo de juego potencia su empatía y comprensión social. Además, al participar en actividades colaborativas, aprenden a negociar, compartir y trabajar en equipo.
¿Cómo puedes fomentar este juego?
- Proporciona materiales variados: Desde cajas de cartón hasta piezas de madera, cualquier elemento puede convertirse en parte de su construcción.
- Dales libertad para experimentar: No te preocupes por el «orden» o el «acabado». Lo importante es que sientan que el espacio es suyo.
- Incentiva el juego al aire libre: Anímales a construir refugios en la naturaleza. Las ramas y hojas son herramientas perfectas para desarrollar su imaginación y su vínculo con el entorno.
- Crear un entorno seguro: Permíteles experimentar libremente, pero garantizando que los materiales y el espacio sean seguros.
- Plantear preguntas abiertas: En lugar de dar soluciones, pregunta cosas como «¿Cómo podrías sostener el techo?» o «¿Qué pasaría si usas otro material?» para fomentar su pensamiento crítico.
- Promueve el aprendizaje a través de talleres: Actividades como las que ofrecemos en Coloniales, basadas en la lógica constructiva y la habitabilidad, son un marco ideal para potenciar su creatividad.
Construir para crecer
En Coloniales, decimos que cada refugio es una pequeña lección de vida. Es un espacio para imaginar, aprender, relacionarse y crecer. Porque, al final, construir una casita no es solo un juego: es una forma de conocerse a uno mismo y al mundo que les rodea.
Aprender construyendo: base de nuestros espacios de aprendizaje
Actividades como las que se plantean en los talleres de Coloniales, que incluyen «lógica recíproca» y «modos de habitar,» encajan perfectamente con esta idea. Estos enfoques no solo enseñan a construir, sino que también integran conceptos de sostenibilidad, colaboración y estética, reforzando tanto el aprendizaje práctico como la reflexión sobre cómo habitamos los espacios.
Como ejemplo en Lógica Recíproca, los niños no solo crean estructuras, sino que también descubren los principios detrás de su estabilidad. Aprenden que, para sostener una manta sobre dos sillas, debe haber un equilibrio entre las fuerzas, y que los materiales se comportan de diferentes maneras. Esta lógica aplicada fortalece su pensamiento crítico y los prepara para enfrentar retos más complejos.
Por otro lado, en actividades centradas en los Modos de Habitar, los niños exploran cómo las personas ocupan los espacios. Reflexionan sobre cómo el diseño de un refugio puede responder a sus necesidades, como la protección o el confort. Este tipo de aprendizaje estimula su sensibilidad hacia el entorno y su capacidad para adaptarse a diferentes contextos.
¡Anímate a acompañar a los niños en esta aventura constructiva! Porque no importa si es una cabaña de madera o una manta sobre el sofá, siempre hay un mundo por construir.
Comparte tus reflexiones y experiencias en los comentarios. ¡Nos encantará leerte!
¿Recuerdas haber construido refugios cuando eras niño? ¿Cómo fue esa experiencia?
¿Qué tipo de espacios o materiales consideras ideales para fomentar este tipo de juegos?
¿Cómo crees que influye la construcción de refugios en el desarrollo emocional de los niños?
